En el cielo, ahora, Saturno está en cuadratura con Urano.
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Las cuadraturas son tensiones entre las funciones de los planetas en cuestión; y, para atravesarlas, es necesario construir algo nuevo que incluya a ambas. Saturno es el planeta de la estructura, los límites, la autoridad y el deber ser. Urano es el planeta de la singularidad, la novedad, el cambio abrupto y la renovación. Si nos paramos desde el lugar saturnino, queremos hacer planes, proyectar, establecernos, construir. Si nos paramos desde el lado uraniano, hacemos cambios, no tenemos constancia, buscamos cosas que no nos aten para sentirnos libres. En estos momentos ambas funciones están en tensión. Lo que queremos proyectar siempre encuentra un imprevisto para no realizarse (el año pasado ya nos enseñó bastante sobre esto). Lo libre y cambiante encuentra el límite y la rigidez. Nos está costando proyectarnos, nos está costando volver al ritmo de productividad prepandémico que marcaba Saturno. Y a la vez, seguimos en conflicto respecto a qué es la libertad hoy. Se sigue liberando mucha información relacionada a las estructuras sociales y propias. Urano renueva la energía que tenía su forma arraigada y anquilosada. Esto puede abrir un mundo de posibilidades, y, también, generar resistencia.
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