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Sostener (Parte 2)

Foto del escritor: Bruno Di CamilloBruno Di Camillo

Sostener desde las emociones, el lenguaje y la forma de observarlos



Las emociones son disparadas por acontecimientos (que llamaremos “estímulos”) que interrumpen el transcurrir y accionar de manera no racional, no reflexiva, no consciente del individuo. En la medida en que el individuo lo reconozca, se generará en él una emoción, que a su vez desaparecerá o mutará en tanto el “estímulo” también lo haga. El “estímulo” precede a la emoción, que a su vez precede a la acción (sea activa o reactiva).


El modo en que las emociones se disparan en el individuo no es necesariamente consciente. En buena medida la emocionalidad es resultado del “temperamento”, en tanto se lo entienda como “la forma habitual de responder a los estímulos que llega a reconocer el individuo en su entorno”. Esta disposición básica se forja en torno al primer año de vida, donde el desarrollo emocional está íntimamente ligado al desarrollo cerebral. Luego este modelo se va afianzando en el desarrollo y crecimiento del individuo, en base a sus experiencias personales. De extenderse en el tiempo una determinada emoción, se llega a conformar un estado de ánimo, que es más una “forma emocional de ser” que una respuesta puntual a un estímulo concreto.


El “estímulo” precede a la emoción, que a su vez precede a la acción (sea activa o reactiva)

En definitiva, las emociones son un mecanismo de alarma que permite que el individuo reconozca un cambio en su entorno y en el devenir de su accionar. El desafío para poder SOSTENER un proceso es poder gestionar las emociones de modo efectivo, siempre con miras al compromiso declarado, tal como se mencionó anteriormente.


El hecho de gestionar las emociones tiene su comienzo en el reconocimiento de las mismas. Para poder reconocerlas, el individuo tiene la tarea de “ponerlas en palabras”, nombrarlas, si se quiere. Poco se puede hacer sobre una “sensación anónima”, que no da lugar a abrazar o descartar la emoción que subyace, por cuanto el reconocimiento le permite al individuo evaluar si la emoción articula o no con su objetivo.


A veces el reconocimiento vendrá exclusivamente desde lo racional, mediante el lenguaje (el individuo entiende que está enojado por los pensamientos que reconoce en sus conversaciones internas). Otras veces, ante la emoción disparada, la mente se nubla en una tormenta de reacciones que hacen que el cuerpo hable, desde su postura y/o movimiento (el individuo se reconoce nervioso porque sus manos tiemblan, aunque en su mente la palabra “nervios” no se presente como tal). Y en otras oportunidades, el individuo podrá observarse en un todo, y la emoción cobra forma en el lenguaje y en el cuerpo en sintonía (el enojo “racional” se expresa como enojo “físico” al levantar la voz durante una discusión con un tercero). En líneas generales se puede hablar de emociones que articulan con lo perseguido y emociones que no articulan con lo perseguido.


El desafío para poder SOSTENER un proceso es poder gestionar las emociones de modo efectivo

Es desde este reconocimiento que se proponen distintos tipos de desplazamientos emocionales del individuo, en función de los juicios emitidos sobre las situaciones que generan distintos tipos de estados anímicos. Por un lado están las situaciones que el individuo juzga como “jamás podrán cambiar” (facticidad), y por otro aquellas situaciones que el individuo juzga como “modificables” (posibilidad). Y sumado a esto, el individuo tiene luego la posibilidad de elegir cómo responder ante ellas, oponiéndose u aceptando lo que reconoce que ocurre en su camino.


Ante situaciones de facticidad, de oponerse a ellas, surge el “resentimiento”, entendiendo que “merecíamos algo mejor que lo que obtuvimos”. Surge la figura de un “culpable”, y la necesidad de “vengar” la falta de aquello que el individuo juzga merecer. Por otro lado, si el individuo acepta la situación, esa “aceptación”, que se entiende como “vivir en armonía con circunstancias (positivas o no)”. Esta armonía que propone la “aceptación”, cabe mencionar, no implica necesariamente “estar de acuerdo”, sino simplemente dejar de resistir o pelear contra las circunstancias. Lo cual incluso abre el juego a que el individuo ponga su foco en opciones superadoras por sobre la resistencia a aquello que elige inicialmente aceptar.


Ante situaciones de posibilidad, el individuo puede elegir oponerse, despertando en sí la “resignación”, entendiendo que “no ve el futuro como un espacio modificable en el presente desde sus acciones”. Como opuesto a este enfoque, el individuo puede aceptar que una situación presente puede ser modificada, lo cual trae para sí la ambición, donde el individuo entiende que los cambios que haga en este presente modifica su futuro.


Si el individuo acepta la situación, esa “aceptación”, que se entiende como “vivir en armonía con circunstancias (positivas o no)”

Cabe destacar que desde la disciplina del Coaching Ontológico, el concepto de “ambición” nada tiene que ver con una mirada de valoración sobre el individuo por su avidez de recursos. La referencia es a la predisposición de observar posibilidades de acción, y de compromiso a ejecutar tales acciones, de cara a la generación de un futuro superador al presente.


Visto lo anterior, se puede decir entonces que hay estados de ánimo que no articulan con la idea de SOSTENER (“resentimiento” y “resignación”), donde parece no haber lugar a acciones que superen el marco dado de la situación que se interpone entre el individuo y su proceso u objetivo.


Por otro lado se pueden observar los estados de ánimo que sí se alinean con el SOSTENER del individuo (“aceptación” y “ambición”), por cuanto promueven la creación de nuevos contextos que permitan encontrar alternativas que generen resultados movilizadores, evitando el estancamiento y la caída del proceso.


Desde la disciplina del Coaching Ontológico, el concepto de “ambición” nada tiene que ver con una mirada de valoración sobre el individuo por su avidez de recursos

Para que el individuo pueda atravesar los estados anímicos que no le permitan SOSTENER su elección, hacia un estado de ánimo más efectivo y/o eficiente, es importante tener la capacidad de reformular los juicios en los que el mismo vive su forma de observar las situaciones que lo emocionan.


Muchas veces el individuo no puede salir del “resentimiento”, porque no encuentra cómo reunir afirmaciones que permitan hablar responsablemente con aquel “culpable” del que sólo quiere “vengarse”. Expresarse con afirmaciones concretas en lugar de juicios personales permite lograr el entendimiento con la otra parte, lo cual abre las puertas a la aceptación del otro y el atravesar de la situación.


Por otro lado, el individuo puede encontrarse “resignado” por no poder entender que a veces se puede gestionar la apertura de conversaciones simplemente para generar nuevos horizontes de posibilidad, sin la certeza de que alguno de ellos pueda o no estar alineado con el sostenimiento deseado. En cuanto el individuo abre conversaciones con otros, que viven, observan y razonan diferente, la devolución puede generar espacios que alimenten su ambición de accionar y volver al movimiento que lo acerque a su objetivo.




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