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Familias: las dinámicas ocultas

Foto del escritor: Liliana BalaguerLiliana Balaguer

Cuando se trabaja con familias la mirada terapéutica es totalmente distinta al trabajo individual, ya que aquí se logra ver la totalidad de la escena. La interconexión o separación de los miembros, el diálogo o su ausencia, la nutrición o no que brinda ese sistema queda al descubierto en una terapia familiar.


Las relaciones humanas son en sí mismas complejas, y las familiares no están exentas de esa dificultad. Uno de los factores predominantes es la comunicación. Y esto en verdad lo podemos trasladar a todas nuestras relaciones. ¿Cómo te estás comunicando?


Las relaciones humanas son en sí mismas complejas, y las familiares no están exentas de esa dificultad

El modelo de comunicación es aprendido normalmente en la niñez y con el grupo familiar, si provenimos de una familia que habitualmente habla a los gritos esto será lo natural para nosotros y seguiremos ejerciendo ese estilo en nuestros otros entornos. Si la comunicación es empática, abierta a la escucha del otro, esto también lo manifestaremos.


Cuando el modelo de familia es disfuncional, cuando la interacción entre sus miembros es compleja o está ausente, esto nos genera un sentimiento personal de soledad, de falta de contención, nos falta esa fuerza que nos impulsa hacia el mundo y nuestras metas.




UNA COMUNICACIÓN EFICAZ COMIENZA CON UNA BUENA ESCUCHA. Para entender al otro, y para que el otro me entienda, hay un elemento que no debe quedar afuera: LA EMPATÍA.


Escuchar es más que poner el oído: es poner atención, es tratar de entender desde el lugar del otro en lugar de reaccionar desde los propios juicios o criterios, las personas somos distintas y son las experiencias que hemos vivido las que nos moldean y forman. Por eso reaccionamos en forma diferente ante una misma situación, es el bagaje de experiencias que cargamos las que determinan una actitud más impulsiva o más determinada, más racional o desesperada.


Para entender al otro, y para que el otro me entienda, hay un elemento que no debe quedar afuera: LA EMPATÍA

La familia es cambiante, sus dinámicas son múltiples y complejas. En la actualidad los modelos de familia son muchos, desde lo tradicional hasta las familias monoparentales, las ensambladas, las de papás/mamás de un mismo género, tan dinámicas como los tiempos en los que vivimos. Ya que la familia está inmersa en un contexto social, cultural, económico, y se ve influenciada por cada una de estas variables. También la pareja, célula de la familia, se ha transformado. En cada sistema familiar existen subgrupos (la pareja como tal, la pareja como padres, los hijos, los hijos con sus hermanos, la familia extendida (abuelos, primos, tíos), que ejercen mutua influencia, lo cual hace a lo diverso y complejo de las interrelaciones.


El ayer también importa

Así como el enfoque y la apertura de un problema cambia completamente de lo individual a lo familiar, cuando ampliamos aún más la mirada e incluímos a otras generaciones, padres, abuelos, bisabuelos, a través de una dinámica constelativa, comienzan a develarse temas y situaciones que nos permiten ordenar y comprender el presente. Aquella abuela que había sido engañanada y guardaba su enojo nos muestra ante nuestro asombro el por qué del enojo de la línea femenina con los hombres. Lealtades, amor ciego, expiación. Sentimientos que están debajo de la superficie visible y que se expresan a través de las conductas de los integrantes del sistema familiar. Los lazos que unen a las diferentes generaciones surgen como agua de una fuente rica que nos regala generosamente la comprensión de lo oculto, lo que duele, lo que la conciencia familiar busca compensar.


Y es a partir de ver lo que el alma familiar nos da como un regalo que podemos iniciar el camino hacia la solución, hacia el orden a partir del amor. Cuando los miembros del sistema ocupan su lugar, éste retoma su equilibrio y la vida (y el amor) fluyen con mayor facilidad. Es desde ese lugar del inconsciente familiar desde donde las dificultades e implicancias se resuelven.



Estamos en una sociedad que favorece el individualismo, cada quien permanece en su propio mundo virtual y esto afecta las relaciones interpersonales. ¿Cómo entonces algo que sucedió generaciones atrás en la familia pueda afectar a los miembros actuales?. La experiencia en lo transgeneracional muestra cómo hechos traumáticos, esos sucesos que nadie quiere ver y se ocultan al mundo, van pasando a través de las generaciones de inconsciente a inconsciente: fechas que se repiten (el síndrome del Aniversario), enfermedades, nombres, hechos considerados vergonzantes (secretos familiares), no se pierden sino que permanecen a través del tiempo hasta que alguno de los integrantes lo saca a la luz para ser resuelto. En la actualidad las Constelaciones Familiares nos permiten develar lo que está oculto para llegar a una imagen de solución que devuelva el orden perdido y traiga alivio a los integrantes involucrados.


Es a partir de ver lo que el alma familiar nos da como un regalo que podemos iniciar el camino hacia la solución, hacia el orden a partir del amor.

Como humanos, somos diversos y complejos. En esto mismo reside nuestra riqueza, poder confrontar aquello que nos preocupa o daña, mirar en nuestra alma (psique para los griegos) para alcanzar el autoconocimiento, a partir del cual llega un mayor bienestar, y comprender que no somos seres separados del resto, ver que somos parte de un todo (familia, sociedad, cultura), que nos modela y modifica, ver la forma y el fondo (la gestalt), nos remite a un entendimiento más completo de los hechos de nuestra vida y también a una mayor comprensión y empatía hacia el otro, ya que esa mirada derriba los prejuicios y nos acerca desde un lugar más empático. La familia nos trasciende, ese sistema estuvo antes que nosotros, y seguirá existiendo cuando ya no estemos, sus intrincaciones alcanzan a todos los integrantes.


En el día a día, los vínculos y relaciones que establecemos con ellos marcan nuestro destino y el del otro, nuestras emociones y experiencias pueden ser un ancla que nos sujete o un pasaporte a la libertad de ser nosotros mismos, sin culpas. La posibilidad de elegir está en la decisión de mirar al otro con aceptación o seguir encerrado en las trampas de la propia mente.

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